Si hay que empatar, que sea así
- Antonio García del Pino Martín
- 13 oct 2022
- 4 Min. de lectura

Athletic y Sevilla se reparten los puntos en un partido que tuvo momentos para ambos equipos.
Si en la crónica correspondiente a la jornada anterior, que enfrentaba a Athletic y Almería, hablábamos de dos equipos en dinámicas opuestas, la de esta jornada no iba a ser menos. Sevilla y Athletic se enfrentaban en un partido que juntaba todos los ingredientes necesarios para ser intenso y competido: un equipo necesitado de puntos para respirar frente a otro que convierte en oro todo lo que toca.
La mayor novedad del encuentro corría a cargo de los hispalenses, pues tras el despido de Julen Lopetegui, el elegido para ocupar el banquillo de los de Nervión era un viejo conocido, Jorge Sampaoli, que ya dejó muestras de su fútbol atrevido en su anterior etapa en el Pizjuán.
En cuanto a los visitantes, cero cambios, "los mismos once cabrones" que diría Toshack, en este caso extrapolado a "los mismos once jugones", pues parece ser que Ernesto Valverde ha encontrado una alineación que funciona y que no anda corta de talento. A diferencia de otros entrenadores rojiblancos, el extremeño opta por juntar todos sus jugadores ofensivos en una delantera que se empiezan a saber de memoria en San Mamés, y que además, deja en el banquillo a Ander Herrera.
Delante de un Sánchez Pijzuán lleno hasta la bandera y con un ambiente espectacular, tenía lugar esta tan esperada y clásica cita del fútbol español. Y es que los locales aprovecharon la inercia de un estadio que apretaba casi más que los propios jugadores (que también lo hacían intensamente) para dominar el comienzo del partido. Sería en dichos instantes cuando se adelantaría el Sevilla por medio de Óliver Torres, en un despiste de la defensa visitante bien aprovechado por el mediapunta sevillista.
No parecía el mejor comienzo posible para los bilbaínos, pero a pesar del tempranero golpe supieron reponerse y comenzar poco a poco a imponer su fútbol. Una cualidad nueva mostrada por los de Valverde, la de reponerse ante los goles en contra, que de momento no habían mostrado y que tan importante es para equipos con aspiraciones europeas.
Dicha resiliencia se vería reflejada en el minuto 26 con la primera llegada con peligro, de las botas de Nico Williams. El pequeño de los hermanos dribló a Alex Telles, a quien estaba castigando jugada tras jugada, para poner un centro dirección hacia el primógenito de la familia, que veía como el balón se paseaba hasta llegar a las manos del guardameta. Comenzaban así los mejores minutos del Athletic, que era protagonista y buscaba el gol con valentía. Cualidad que no se vería recompensada, pues el encuentro se iría al descanso con el 1-0 que se reflejaba en el marcador desde el minuto 3.
La segunda parte parecía elaborada a propósito a imagen y semejanza de la primera, la inercia del Sevilla y su afición volvieron a apretar y sometieron por momentos a un Athletic que supo aguantar las embestidas sevillistas. Pasada la tormenta, el conjunto rojiblanco volvió a responder con nota y de nuevo impuso su fútbol, esta vez con premio. Corría el minuto 73, cuando un recién entrado Vesga remataba con el empeine un balón suelto fuera del área, con un disparo que dibujaba una parábola de dentro hacia afuera, imposible para Dmitrović. El mediocentro del Athletic, que había perdido la titularidad en los últimos partidos, aprovecho los minutos demostrando que en cuanto a llegada y golpeo puede aportar más que Dani García, que volvió a realizar un gran partido en labores defensivas y de equilibrio, necesario en un equipo con tanto jugón. Si el Txingurri ya tenía problemas para incluir a Ander Herrera en el once, este tipo de actuaciones de Vesga añaden otro protagonista más al duelo por la posición de mediocentro.
Empataban así el partido los visitantes, que buscaron el segundo con asiduidad. Fueron estas ganas de ganar las que seguro que conquistaron el corazón de la afición bilbaína, pues mientras el Sevilla perdía tiempo e intentaba aguantar el marcador, los de Valverde no cesaban en sus intentos de llevarse los tres puntos a casa.
Pero por todos es sabido lo caprichoso que es el fútbol. Y es que, a pesar de que los últimos minutos fueran del Athletic, sería el Sevilla quien tendría la última oportunidad de llevarse el partido. Tras una salida arriesgada de Unai Simón y un posterior intento de Iñigo Martínez de interceptar el balón, Lamela quedaba solo para rematar a portería vacía. Pero llegaría entonces la actuación heroica de Ander Herrera, que había entrado sustituyendo a Sancet. Al ex del Zaragoza no le quedó otra que derribar intencionadamente al "Coco" para evitar lo que parecía un gol cantado. Fue expulsado, pero acabó siendo el héroe del Athletic, quizás no de la manera que más acostumbra a ser, pero la realidad es que evitó que su equipo se fuera de vacío del Sánchez Pizjuán. La falta acabaría sin peligro alguno para la portería de Unai, y terminaba así un partido que a los locales les sirvió para respirar y volver a puntuar, pero que dejó con mal sabor de boca a visitantes.
Empate para el Athletic que sabe a poco viendo como se desarrolló el encuentro, pero que volvió a dejar una imagen más que ilusionante. Como se suele decir, si hay que perder puntos, que sea de esta forma.
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